Seguramente que todos alguna vez vimos a un gato erizar sus pelos del lomo e inflar su cola. Esta reacción en los gatos se genera cuando hay situaciones que lo ponen alerta frente un ataque o peligro que desconocen, por ejemplo un fuerte ruido.
Los felinos aprenden a erizar sus pelos en su primera infancia, al jugar con sus hermanos o con su madre, debido a que los juegos en los gatos son una preparación para la defensa. El gato eriza sus pelos para verse más grande que su contrincante, y se coloca de perfil para que los enemigos noten su imponente figura por completo, incluyendo su cola.
En los perros, los pelos erizados se ven solamente en su lomo, y su actitud no es la de impresionar sino la de atacar. En el caso de nos enfrentemos a perro con que eriza sus pelos la situación de peligro es para nosotros y no para ellos.
Así que, en estas situaciones debemos hablar en su idioma, es decir, mostrarnos como perdedores. Esto hará que, aunque seamos más altos que ellos, mostremos nuestro lado más débil, lo que apaciguará un poco la agresividad del animal: mostramos nuestro lado más delgado, o sea nos paramos de perfil. Nunca debemos mirarlo directamente a los ojos y por sobre todo, NO correr.
