«Los gatos”, para los niños más tranquilos

Como sabemos, los gatos son animales de compañía mucho menos exigentes que los perros, ya que no necesitan que los saquemos a pasear y pueden quedarse solos si el dueño se va de vacaciones. Por esta razón, muchas veces se adopta un gato como sustituto de un perro, ya que es mucho menos trabajo cuidarlo. Pero esto no es una buena idea.

Los gatos son completamente diferentes a los perros, no siempre son los compañeros más adecuados para los más pequeños y por pequeños nos referimos a niños entre 2 a 8 años.

Los gatos pueden ser muy cariñosos y buscan siempre la compañía de sus dueños. Pero debemos tener en cuenta que estos animales necesitan un trato respetuoso y suave.

Podemos acariciarlos, jugar con ellos, pero siempre y cuando se respeten sus apetencias. Si un gato no desea jugar o no quiere ser acariciado hay que dejar que duerma tranquilo, y no toleran los tratos rudos.

Un niño pequeño puede sujetar fuerte a un gato y sin querer hacerlo enojar, el gato puede arañarle para tratar de escapar, y claramente el gato no tiene la culpa de tener grandes uñas que podrían lastimar al niño.

Por eso, los gatos son sólo aconsejables para niños suaves y tranquilos, capaces de comprender el comportamiento de los gatos y saberlos tratar.

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